La comunicación kinestésica y el tacto

El tacto es uno de los componentes más importantes de la comunicación kinestésica. Cada ser humano tiene su propio comportamiento táctil, aunque no sea consciente de ello. Comprende todas las formas de entrar en contacto con los demás empleando la piel, es decir, estableciendo un vínculo físico.

amigos chocando puños representando la comunicación kinestésica

Es, de hecho, una de las formas de comunicación que más se ha perdido. Las nuevas tecnologías nos llaman a entrar en contacto táctil con los aparatos, cada vez con mayor frecuencia. En sentido inverso, el contacto físico con los demás es cada vez más escaso. Nos comunicamos con los otros empleando algún dispositivo y no tanto piel con piel.
Las principales formas de comunicación kinestésica empleando el tacto son el saludo, los besos, los abrazos, las caricias y los golpes. Algunos también incluyen los aplausos dentro de esta categoría, pero estos corresponden en realidad más al plano de lo auditivo y lo visual.

La importancia de la comunicación táctil

La comunicación kinestésica a través del tacto es una de las formas más primitivas de entrar en contacto con otros seres humanos. Por lo mismo, también una de las más genuinas y esenciales. El primer contacto táctil que experimentamos se produce con el amamantamiento. Más allá de ser una vía para tomar alimento, el bebé comienza a formar su afectividad a través de ese acto. Lo mismo ocurre con las caricias que la madre prodiga.

mano acariciando bebé representando la comunicación kinestésica

Este tipo de comunicación táctil es tan importante que gran parte de los mamíferos le dedican buena parte de su tiempo. Entre los monos esto es muy evidente. Se acicalan, se abrazan y se tocan con frecuencia.
En el ser humano la necesidad de este tipo de comunicación kinestésica es todavía mayor. Un niño que no es acariciado, difícilmente sobrevive en sus primeros meses y si lo hace, puede que desarrolle dificultades emocionales. Esa necesidad se mantiene a lo largo de la vida, aunque con el tiempo se hace más moderada. Aún así, hay momentos específicos, como durante un duelo o una enfermedad, en los que se necesita con mayor intensidad.

aportado por julio leguia 

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